jueves, 24 de junio de 2010

los hombres de negro

Querido Joaquín,

Me he decidido a seguir los pasos de este extraño personaje, aprovechando las vacaciones, y conmigo me llevaré a mi hija, en pos de aventuras, porque cuando llegan los jueves no se quiere acostar hasta que no recibo las novedades de Canosa, aunque en realidad tú eres el primero que las lee. Aquí te dejo lo que he recibido hace a penas una hora.

un beso

Elvira



Querida Elvira

La compañía va en aumento, somos un extraño grupo de personas que nos movemos entre las sombras de forma discreta pese a la tipología de las personas que lo formamos.
Si la aparición del padre Topete te pareció proverbial, la de nuestro nuevo acompañante te parecerá sorprendente.

Acuérdate que mis andanzas terminaron en una oscura catacumba bajo la catedral y te preguntarás cómo salimos y la respuesta, una vez más, está en la capacidad de mi buen amigo de anticipación, mientras a mi me cuesta asimilar los acontecimientos en los que estoy inmerso.

Recuperados los objetos de la extraña caja de jade, caja, que por cierto nos llevamos con nosotros, en la creencia de que ocultaba más de lo que nos había dejado ver, nos surgió la duda de cómo regresar, y optamos volver por donde habíamos venido, ascendiendo por las escaleras que rodeaban el gran lago, con sus cataratas cayendo hacia lo desconocido, y siguiendo los grabados en las paredes que iluminábamos con mi práctica linterna de energía interminable, gracias a la dinamo que incorporada, hasta que encontramos la puerta que daba a la cripta bajo el altar mayor, por la que habíamos entrado.

Cuando plantee la opción de pasar la noche escondidos en alguna zona de la catedral hasta que abrieran las puertas, el sacerdote sonrió sacando de sus bolsillo unas llaves, y me condujo por las naves del templo sumidas en la oscuridad, hasta el claustro, desde donde y accediendo entre pasillos desconocidos, que iba abriendo con las llaves mostradas, salimos a la calle de Hombre de Palo, y por la puerta, por la que antaño se accedía para ver la campana gorda.

Allí mismo nos despedimos, emplazándonos a la tarde siguiente en la Sinagoga del Tránsito. Le pregunté como íbamos a entrar pues llevaba varios años cerrada al publico por las obras de restauración, y el sin hablar me sonrió cuando se marchaba.
A las cinco de la tarde del día siguiente, salí de mi casa y me dirigí a la sinagoga del Transito.

Este templo judío fue mandado construir por Samuel Ha Leví, a pesar de las prohibiciones, en agradecimiento a la lealtad mostrada por este judío a Pedro I en la guerra con los Trastamaras.

Cuando me acercaba al edificio divisé que dos personas me esperaban en la puerta, una era el padre Topete, la otra, era un caballero desconocido para mi.
Me presentó, Francois Passini. Un arqueólogo francés estudioso de la arquitectura escondida en las edificaciones de Toledo, y que estaba colaborando en la rehabilitación de la llamada Casa del Greco, obra que afectaba a la Sinagoga del Transito. En sus brazos desnudos se adivinaba multitud de tatuajes, entre ellos uno que llamó mi atención poderosamente. La medialuna, la estrella de David y el Pez unidos por sus puntas como en los túneles de la catedral.
En ese momento entendí porque Topete le había llamado, añadiendo además que tenía las llaves del edificio cerrado por las obras. De nuevo las puertas a lo oculto se me abrían de mano de mi amigo Topete.

Antes de cerrar la puerta de la sinagoga me fijé que Pasini miraba a ambos lados de la calle, como para cerciorarse de que nadie nos veía entrar.
Entramos directamente a la zona de la sinagoga, sinagoga que era de planta rectangular, y que a pesar de los continuos cambios de uso todavía conservaba visibles trazos del original.
Passini nos estuvo mostrando las dependencias y explicando el destino de cada uno de ellas dentro del culto judío, señalando con gran interés la gran cantidad de inscripciones que se conservaban en sus muros.

Nos indicó que, además de las citas bíblicas, había gran número de inscripciones de ensalzamiento a su mecenas Samuel Ha Leví e incluso nos señalo alguna referida a textos árabes que versaban sobre la paz y la felicidad
El arqueólogo mientras nos señalaba con el dedo y con voz profunda entonó un salmo que hace cientos de años un orfebre gravó en una de las lapidas situadas en el paño central de muro

Contemplad el santuario que ha sido consagrado en Israel/ y la casa que ha edificado Samuel/ y la torre de madera para la lectura de la Ley es el centro de ella,/ y los rollos y las coronas del mismo [santuario] dedicadas a él,/ y sus páteras y lámparas para la iluminación,/y sus ventanales, semejantes a los ventanales de Ariel,/
Y sus atrios para quienes están atentos ( o dedicados) a la Ley perfecta,/ y su casa de asiento (o morada) para cuando se sientan (o moran) a la sombra de él,/ de suerte que casi hayan de decir quienes lo vean: La traza de este [templo]/ es cual la traza de la obra que ejecutó Besalel/ ¡Andad, pueblos, y entrad por sus puertas/ y buscad a Dios, pues casa de Dios es como BET-EL!

Después de esta lectura, continuó relatando los avatares del lugar desde la construcción por parte del Almojarife de Pedro I , la pérdida del favor del Rey, quien le torturó para hallar el tesoro que dicen escondía Samuel Leví, y la entrega de la sinagoga a la orden de Calatrava, herederos de la orden del Temple, quienes con poca modificación lo conservaron dedicado, de nuevo volvían las coincidencias, a la Virgen María.

Nos contó además que durante las obras y debido a los sondeos arqueológicos realizados para acometer la obra, se había determinado que bajo los cimientos de la sinagoga estaría un complejo de baños, llamado Hamman de Zeit, destruido cuando se edificó ésta entre 1357 y 1363.

De estos baños apenas quedan vestigios, y probablemente fueran los cimientos del nuevo edificio, lo que no habían logrado encontrar era la entrada a los mismos.
Ese sería el trabajo de esa noche.

La indicación de que en una mezquita judía aparecían citas coránicas y el hecho de la dominación de la orden de Calatrava, por orden de quien había torturado a su consejero para hacerse con su descomunal tesoro, me llevó a la conclusión de que debíamos buscar textos de las tres religiones juntos en una pacífica armonía, y para ello solicité la ayuda de nuestro nuevo amigo.

Tas unos larguísimos veinte minutos, dio con lo que estábamos buscando.
En el muro del fondo y junto a tres arcos lobulados de tradición musulmana, y destinados a contener los sagrados rollos de la liturgia judía, colocados bajo un friso decorado, entre otras representaciones con los escudos heráldicos de los reinos de Castilla y León, y salmos de David. Nos acercamos los tres observando minuciosamente la aparición de algo parecido a una cerradura, botón o palanca, pues el pavimento bajo esta cavidad era el original de la sinagoga, y seguro que en su interior se encontraban los antiguos cimientos del edificio construidos sobre estos ignotos baños.

¿Como entrar?, nos preguntamos, porque ninguno pretendía romper las valiosas baldosas que cubrían el suelo, abría un pasadizo secreto y una puerta secreta que nos llevara a las entrañas de dicho edificio.

Encontraríamos la cerradura adecuada para cualquiera de las llaves que nos quedaban.
Reflexionando sobre lo anterior no oí las voces que venían del exterior del templo, pero sí el padre Topete, que nos convino a que nos escondiéramos porque no teníamos excusa para estar allí. Gracias a ello descubrimos que no éramos los únicos que buscaban algo en el edificio.

Los hombres de negro que vigilaban la entrada al cerro del Bu, estaba ahora en el interior de la Sinagoga, y nos estaban buscando. Debíamos salir antes de que nos encontraran y volver en otra ocasión, además creía que ya sabía dónde estaban la cerradura buscada, si lográbamos esquivar a estos individuos, volveríamos para recuperar el otro pedazo de mapa.

Logramos salir por el patio y jardín del museo, y saltar la valla de la obra a la calle, asombrándome la agilidad del anciano sacerdote, para sortear esta barrera.
Cuando logremos entrar de nuevo te mandaré el relato de mis andanzas para que seas el testigo necesario, en esta intrépida y peligrosa búsqueda.

Dale recuerdos a tú hija se que está interesadísima en mis aventuras.

Un saludo

Antonio Canosa